martes, 24 de abril de 2007

El cáliz de la libertad.

Nos habla la Biblia de como Jesús el Cristo, en sus postreros dias, en el Monte de los Olivos, pedía a su padre que si le fuese posible apartase de él, el cáliz del sacrificio, no obstante, lo apuró llegado el momento para bien de muchos.
De la misma manera, José Martí apuró su cáliz cuando irremisiblemente le fue presentado por las circunstancias, lo apuró encima de un potro, que algunos cuentan desbocado, sin suficiente preparación para una campaña militar; pero no había la alternativa, como haberla para aquel que había llevado a los cubanos nuevamente a la batalla por su independencia. De seguro, él también hubiese querido destino distinto a la muerte, es natural y humano, habrá, de seguro, pedido, si es posible, le fuera apartado ese cáliz, pero no dudó tampoco en apurarlo con hidalguía, de cara al sol.
Si les fuese permitido a los cubanos opositores elegir destino distinto al que hoy enfrentan, con toda probabilidad escogieran el apacible exilio, callados, sin proferir verdades agudas como puñales al corazón de la dictadura, o quizás, si les fuese dado elegir,su elección fuera con dinero, abundante, comodidades ilimitadas, etc; pero no, estos cubanos, como Cristo en su momento o Martí en el suyo, hubieron de apurar la copa y enfrentar las consecuencias de tan valiente acto. Sufrieron y sufren prisiones, son perseguidos a diario. hostigados por turbas iracundas, turbas enviadas por la dictadura, impotente ante la grandeza de su resistencia pacífica; se les ofrece el camino del exilio y lo renuncian, sólo aquellos, que ya han inmolado su salud en el altar de la patria, se han visto obligados a aceptar el camino triste del exiliado, pero es de notar, que ninguno de ellos ha cesado en la defensa de los ideales por los cuales fueron martirizados en Cuba, ni la solidaridad con los que han quedado en la isla, sin importar que han sido o son, si temen o no, al contrario, han seguido defendiendo ese ideal a como de lugar, no han temido el largo brazo de los organos represivos de la dictadura, con antecedentes de alcance mundial en la represión, no ya de sencillos opositores, sino, de cualquiera que les ha irritado y molestado la libertad de que gozan para expresar la verdadera cara de la dictadura cubana.
No son muchos los opositores, como no fueron los 12 quienes siguieron a Cristo al martirio de la cruz; ni fue mayoría la que acompañó al heroe o apóstol José Martí en su lucha y muerte, pero ellos con ser pocos, son suficientes en su valentía y su posición pacífica en la defensa del derecho, nuevamente conculcado, de los cubanos a la libertad.

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