miércoles, 29 de agosto de 2007

Los autores de las reflexiones, que no el autor

Siempre que el agonizante dictador cubano da a conocer uno de sus "tabacos" llamados Reflexiones del Comandante en Jefe, corren las agencias a agregar la coletilla de que el supuesto finado de Cuba, ha escrito nuevamente como para dar la impresión de una presencia consciente y activa del dictador.
Olvidan algo muy sencillo y que es releer, escuchar y escrudiñar, al menos como ejercicio aconsejable para aquellos que hacen prensa y se dedican a comunicar las noticias, los anteriores discursos y sucesos alrededor de y de el señor Fidel Castro, el dictador mas longevo de la historia.
Quien haya visto o escuchado al menos los ultimos aspavientos oratorios del dictador, coincidiría conmigo en que los escritos publicados, no pertenecen al esqueleto que reposa en el CIMEX y exhala sus últimas bocanadas de aire.
No es algo oculto o secreto la asesoría constante por parte de un grupo diverso de personas, mayormente jovenes, de que se ha asegurado el dictador; entre estos: Carlos Valenciaga, el repartidor de bombillos y artefactos electrodomésticos, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, etc.
Ver los discursos públicos anteriores a su enfermedad limitante, escucharle o leerle por ejemplo en este discurso, el cual es un buen ejemplo de su deterioro mental, o quizás si alguien tuvo la oportunidad de verle en las mesas redondas divariando, perder el hilo, quedarse en blanco y trocadero, etc, es tener la prueba fehaciente de quien o quienes escriben las reflexiones y que evidentemente, no es el dictador ni mucho menos.
Refuerza esto, el hecho de que aun existiendo la posibilidad de grabar audio u otra forma de darle autenticidad al origen, no se emplea, pues es imposible a estas alturas por el estado de salud del sátrapa.
Para tal fin, ese equipo, al que además pertenecen, y hay que reconocer que se lo han ganado, Taladrid y compañía, tiene las mejores facilidades en un edificio próximo a Malecón, recién construido y muestra del absurdo energético, con los pisos repletos de equipos de aires acondicionados de pared, individuales, en lugar de un aire acondicionado central, computadoras, fotocopiadoras, acceso de banda ancha a Internet, en resumen, condiciones para redactar en un estilo igual al de la época en que gozaba de salud el dictador, sobre todo mental, anterior a los últimos trompicones de la mollera, lo que no es difícil si se tiene en cuenta la obsesión temporal alternativa que padecía de siempre.
Quizás, en beneficio de ellos, pero que sería extremadamente jocoso, el dictador les hablará por señas o moviendo los ojos, pero indudablemente, no le darán las fuerzas ni para dictar la primera palabra.

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