miércoles, 8 de agosto de 2007

No hay cosa que deba saberse, que quede oculta.

La trama de los dos boxeadores cubanos arrepentidos, completarían muy bien un abultado libraco por la multitud de páginas.
El tiempo y la historia que se escribe, cuando el primero ha pasado como el agua del río bajo el puente, seguramente traerá luz sobre que sucedió realmente y como sucedió.
Por mi parte, creo que el regreso estuvo motivado por la persecución a que fueron sometidos los familiares y amigos de los boxeadores que quedaron detrás, en las garras de la dictadura, y que ellos al conocer esa persecución, se avergonzaron y decidieron afrontar el triste destino de los suyos con ellos.
Siempre creeré en la parte buena del ser humano, y es por eso mi forma de pensar sobre el asunto, finalmente, puede que ni ese sea el motivo, ya dirá el tiempo.
Les salvó la campana, pues la mayoría de los que pasan por las famosas "casas de visita" terminan en Villa Marista como primera escala y en una cárcel luego, afortunadamente, ellos son excepción.
Y ciertamente, los que quedan activos, van a tener que boxear en el "barrio" del comandante, según las propias palabras del dictador, finalista y posible medalla de oro en la carrera al reparto bocarriba de este año.

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