domingo, 16 de diciembre de 2007

Afloran nuevamente las diferencias.

El lunes 10 de diciembre, para congraciarse y aparentar un cambio en la deteriorada situación de los derechos humanos en Cuba, el ministro de relaciones exteriores, Felipe Pérez Roque, comunicó en conferencia de prensa que Cuba firmaría en fecha próxima el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; luego, el sátrapa escribe a la mesa redonda para que esta, repusiera la diarreíca perorata de una mesa de hace 7 años en la que el dictador respondió a declaraciones del premier canadiense de entonces Jean Chrétien, he resaltado en negritas la parte que interesa.
En la declaración del ministro Roque el lunes 10 se aclara, y cito: "
de politizarse el tema otra vez y "enrarecerse el ambiente, nuestro país se verá obligado a volver a plantar batalla"", o lo que es lo mismo, lo firmo pero si me da mi revereconsultivera gana, lo deshago, clásico de dictaduras.
Ahora bien, luego en la reposición realizada el día 11, el dictador entiendo que lo hace por lo siguiente:
"Sin esperar respuesta, plantea de inmediato que Cuba suscriba el Convenio de Naciones Unidas sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ya que Cuba en esa materia había hecho igual o más que cualquier otro país del mundo. Era sin duda una frase halagüeña y una forma más habilidosa y oportuna de plantear algo.", para agregar más adelante, "

Con relación al punto dos, el Convenio de Naciones Unidas sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, no vacilé en decirle que nosotros podíamos suscribir todos los artículos excepto dos, el 8 y el 13. Que el primero podría estar muy bien para un país capitalista como Canadá, Estados Unidos y los de América Latina, porque en unos gobernaban los empresarios o los oligarcas y en otros las grandes transnacionales. Allí dividían, fraccionaban y, cuando era posible, corrompían y enajenaban a los trabajadores, que muy poco podían hacer frente al poder político de los patronos. Se trataba de sistemas económicos diferentes al nuestro.

Con relación a ese artículo del Convenio, donde se habla de que cada persona tiene el derecho a fundar sindicatos y afiliarse a los de su elección, con sujeción únicamente a los estatutos de la organización correspondiente, para promover y proteger sus intereses económicos y sociales, en un país socialista como Cuba, donde los trabajadores manuales e intelectuales están todos organizados en sus respectivos sindicatos y sólidamente unidos como clase revolucionaria que comparte el poder con el resto del pueblo, los campesinos, las mujeres, los estudiantes, los vecinos y la ciudadanía en general, tal precepto serviría de arma y de pretexto al imperialismo para tratar de dividir y fragmentar a los trabajadores, crear sindicatos artificiales, y reducir su fuerza e influencia política y social. En Estados Unidos y en muchos países de Europa y otras regiones, la estrategia del imperialismo es dividir, debilitar y corromper al movimiento sindical hasta situarlo en condiciones de indefensión total frente a los patronos. En Cuba el propósito sería fundamentalmente subversivo y desestabilizador, socavar el poder político, mermar la extraordinaria fuerza e influencia de nuestros trabajadores, y erosionar la heroica resistencia del único Estado socialista de Occidente frente a la superpotencia hegemónica.

El otro precepto tampoco podría suscribirse porque abriría las puertas a la privatización de la enseñanza, que en el pasado dio lugar a dolorosas diferencias e irritantes privilegios e injusticias, incluida la discriminación racial que nuestros niños no volverán a conocer jamás. Un país que logró erradicar en solo un año el analfabetismo, alcanzó niveles de nueve grados como promedio, y cuenta con un extraordinario y masivo contingente de profesores y maestros y el más sano y exitoso sistema de educación del mundo, no necesita comprometerse con tal precepto."

De todo esto, deduzco que han llevado las diferencias al público, puesto que el sátrapa hace publicar la negativa a firmar pactos que contengan en resumen, dar derechos a los cubanos que puedan comprometer la existencia de su dictadura, derechos estos de los que disfrutan los países que viven en democracia, derechos inherentes a la condición de humanos y que la dictadura a reprimido duramente de siempre, como medio de evitar que sea soliviantada su base informando de los desmanes que comete. Además de impedir la asociación que traería como consecuencia inmediata, la reclamación del pago justo y no los salarios de misería, en fin, sería un suicidio para el dictador. En toda esa amalgama de declaraciones, dimes y diretes, no queda bien claro por donde va la cosa, pues Roque deja claro la salvedad y luego, el sátrapa, reniega aun con esta salvedad, lo más probable es una mala interpretación o de mala fe, del deseo del dictador, quien aun sustenta el timón, pero como se ha visto y se verá, con constante y solapados ataques, probablemente del hermano sustituto u otro avispado y manipulador integrante de la cúpula.

Como ya he dicho anteriormente, no importa cuan dispuesta esté la dictadura, para ser más exacto, cuan obligada a conceder migajas, ya los cubanos se han cansado de la retórica, de la bobería y el bobo; esperemos que no sea el cambio por otra vía que la pacifíca. Pues a un año de supuestas modificaciones y debates, el cuartico no está igualito, está peor.

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