sábado, 19 de abril de 2008

Conversación de cerdos.

¿Recuerdan el artículo aquel de los puercos en la abuelita?, sobre él escribí, pues bien, tiene Respuesta, no se apresuren que no han hablado directamente del cambio necesario en el sistema, la abuelita alzhemeriana cantinflea en este artículo donde pretende una respuesta, lo cierto es que queda en suspense, cosa esperada, la pera de la libertad no la da el olmo de la dictadura, no llega a definir el asunto en su totalidad, le faltó decir, pienso que por recato, que el alimento para los cerditos de este cuento se paga en moneda dura; me entero, y los cubanos conmigo que la producción porcina es subsidiada, aun cuando no dicen esto del alimento en divisas.

Veamos, se mueve el asunto, aun cuando sea sin propósito fijo, quien cría, vende en la depreciada moneda nacional sin ganancia prácticamente, salvo cuando lo hace por la siniestra; quien vende, tiene los precios congelados, tampoco gana; quien compra, paga con los susodichos desvalorados pesillos, en fin, no da negocio, al final, al parecer traicionado por el subconsciente dice "...mientras las cuentas no queden claras... una contradicción". Aquí se hace evidente cosas como, mientras no exista la propiedad privada, el negocio privado (cuentas claras), habrá contradicción; debe haberse fatigado el periodista al tratar de torear la verdad como un monolito que se desprende de esta última pifia.
No se juzga la saluda de una economía en los países normalmente por las cien primeras fortunas, no, se juzga por la properidad o subsistencia de pequeños y medianos negocios, ellos constituyen la vertebra de todo el sistema económico de un país. Aquí en cuba, como todo pertenece al mismo ineficiente dueño, el estado, ese intangible y monstruoso animal devorador de bienes e incapaz de producir otra cosa que no sea represión, ese ente constituido por desinteresados, literalmente, burócratas, entre los que se cuentan quienes dirigen al precipicio las empresas, no puede pues no está en la naturaleza del gobierno otra cosa que no sea regular las relaciones entre los distintos miembros de la sociedad y proteger a los desvalidos, según demuestra la historia.


Ni aun, en las militarizadas instituciones, se ve un resultado económico efectivo, pues se ocultan tras miles de vericuetos para ocultar en ellas la misma o peor ineficiencia de aquellas que dicen remediar, a más de cosntituir un claro ejemplo de conculcación de los derechos de los trabajadores.

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