domingo, 25 de mayo de 2008

Circo de primavera.

Al parecer, el aburrimiento ha traído estos aires circenses en la dictadura, por allá se hace todo un espectáculo con los homosexuales, personas estas reprimidas y relegadas por la dictadura como ninguna otra sociedad ha visto; en la otra acera, se agitan los payasos propalando a gritos y fanfarria un nuevo acto-parodia, estos no canta aquel estribillo "de vienen los payasos", repiten el consabido "vienen los americanos", así quizás la gleba, aburrida y cansada hasta lo último, les preste algo de atención dentro de la cruel lucha en la consecución del pan diario.

Estos Taladrids, Roques, Barredos y el otro payasito que no recuerdo su nombre, pero pueden identificarlo si les digo que es aquel que oscilaba arriba y abajo su cabeza como los animalitos de plástico puestos en los autos para entretener, estos, más bien tiene como una especie de adoración mal interpretada por el vecino del norte, algo como el ex-embajador allá, que cmo todos los ex, siempre hablan mal del ex, para ocultar su amor y pasión mal correspondida o mal comprendida. Son concedores al dedillo del mundo aquel, de las tramas y el transcurrir de su sociedad, interesados sobre todo en los chismes irrelevantes, con tal de aparecer como novedosos. A estas alturas, Taladrid debe estar agradecido con Mariela, al fin alguien hace justicia con su injusticia de ser sacado de aquel paraíso donde a más de haber cosas que criticar, se puede hacer allí libremente, realmente es algo que traumatiza, ser arrancado por la nimiedad que fue, de esa especie de paraíso para él.

Es una pena, que aquellos que decidieron colaborar con la justicia norteamericana, esten en el programa de protección de testigos, sería saludable, si los despistados de este mundo, se dan cuenta de una buena vez, que eran 15, de ellos 10, el 66,66%, para los matemáticos, decidieron abdicar de la absurda idelogía que los envió a ese país maravilloso, de paso, taparía la boca de quienes desean impúdicamente ocultar este "detalle".

Veremos como continúa la farsa, si finalmente desisten los payasos de pisar la cola al león o terminaran en las fauces del animal por propia imprudencia.

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