lunes, 12 de mayo de 2008

La primavera de los cristales rotos.

Al parecer, aquellos dedicados a medrar sobre la especie humana, eligen períodos en que la naturaleza se despliega en toda su belleza y esplendor; una noche tranquila y apacible, una mañana soleada y bella como pocas. De seguro, ver cuan de bello puede ser el mundo, les provoca una especie de euforia por causar destrozos, muertes y persecuciones contra el prójimo. Quien sabe si como aquel que para justificar sus crímenes ante un tribunal, alegaba en su defensa que esto era para demostrar la existencia de Dios. Estos, al parecer, quieren recordarnos a los hombres de bien de esta tierra, que algunos pueden actuar de la peor manera posible como miembros de esa misma especie, que entre tanta belleza y buena acción, hay quienes se portan evidentemente mal, afean el paisaje y de paso, el rostro de un día maravilloso. Alguien debería avisarles, que ya ha conocido la especie humana todo el mal de un acto, cuando se ejecuta contra el prójimo.

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