martes, 28 de abril de 2009

Los diligentes.

Tanto en las democracias como en las dictaduras, esa especie del genero humano pulula en todos los niveles y esferas del gobierno y la administración estatal. Lo que marca la diferencia, por suerte para la democracia, es que en ellas, se les hace prácticamente imposible llegar a responsabilidades de peso o que determinen el curso de acontecimientos importantes para los paises. En las dictaduras, esos diligentes, gozan del favor de los sátrapas, encajan perfectamente en el espíritu y los propósitos de quienes usurpan el poder por la sin razón y la fuerza. Son cajas resonantes, eco de la voz del amo, fieles servidores de la línea o mejor dicho, de las curvas (usada esta última según se usa en el habla popular del cubano) del líder máximo. Allá van a los problemas, para llevar el mensaje del absurdo y regresar con la respuesta de lo imposible, desarreglar lo correcto y amañar lo claro. Mientras menos materia gris, mejor; su especialidad es el camuflaje, la estadía en la sombra, sobresaliendo en la agilidad con que ejecutan las órdenes y en el cuidado al dar nuevas malas. En fin, de estos abundan acá, para todos gustos y colores; allá, les veo moverse, agitarse, pero siempre alguna mano se posa en el hombro para recordarles que solo son eso, diligentes.

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