martes, 29 de diciembre de 2009

Los que andan tras las ropas de los santos para vestirse.

Ver para creer, buena parte de este mundo, paises para más exactitud, vive despertando de la pesadilla del subdesarrollo y del atraso, esa buena parte, aun adolece de los lógicos procesos de esa andar, de ese levantarse sobre sus pies. Los gobiernos corruptos se suceden, los pueblos aun en la penumbra del conocimiento y la cultura que hoy disfrutan los paises del primer mundo, avanzan según pueden, no según debieran por nuestros deseos.
Y salen estos atropelladores de derechos humanos y pueblos, a demandar, exigir, pedir favores con escopeta, vociferando y causando revuelo para que les sufraguen sus desatinos y finacien un desarrollo incierto. En lugar de emplear ese tiempo en proveer ese desarrollo y crear condiciones favorables apra dejar atrás el atraso, se sientan como los vagos y mendigos, peor que estos, pues estos la vida les llevó en su mayoría al tal estado, pero esos señores que hoy mendigan en nombre de pueblos, pueblos provistos de las herramientas para el progreso, las mismas que han usado y usan quienes se han elevado a lugares preferidos de la modernidad. Estos que hoy terminan y quienes quieren comenzar en el penoso oficio de la mendicidad, bien harían en erradicar la corrupción, la dictadura y con sus propias fuerzas, como otroas han demostrado puede hacerse, labrarse el lugar dentro de la avanzada desarrollada del mañana.
¿Para que dinero?, ¿para facilitar el robo, el desafuero de megalómanos, la delincuencia gubernamental?, no me parece buena idea derrochar sin provecho para esos pueblos; si se da dinero, que sea para educar, para garantizar esa educación y esa cultura, que se pa donde va cada centavo y se asegure que no va a la bolsillo derrochador de la alimañas que mencioné, sí, como no, se quiere ayudar, pero a los pueblos, no intereses mezquinos de poder y encumbre, no a quienes como aquellos que anunciara el quwe murió en la cruz, se disfrazan como Mesias, falsos mesías, hipócritas, fariseos, que usan los sagrado y honesto en provecho propio y ni tardos ni perezosos regalan del erario público como si fuera propio con el único propósito de permanecer donde la razón y la lógica recomiendan no estén ni perduren más allá de lo prudente.
Dinero para educar en el respeto y la convivencia, no en el odio, la venganza o en una ideología que sirve para propósitos personales de entronizarse.
De creer a estos fariseos y falsos mesías, debiera liquidarse totalmente a los italianos, descendientes de los romanos, quienes dominaron en su tiempo a como diese lugar, bien por el convencimiento o la fuerza.
Son maestros consumados en hallar lo que separa, no lo que une, en rencillas antiguas irresolubles por ser parte de la historia y mejor olvidadas, por evitar más sangre inocente en manos por naturaleza irrascibles, que sólo la cultura, más que la educación conjuraría.
Mientras dicen querer a los menos afortunados, les tratan de comprar con regalos y prebendas, para luego, como rebaño ciego lanzarles en contra de enemigos inventados para desviar la atención del desastre del que son causantes directos. Usan la nación y la historia para sus oscuros propósitos, mientras culpan al ajeno, muy conveniente engaño de multitudes.
Quieren desvestir a un santo, no para vestir a otro, para vestirse ellos y que queden encueros como vinieron al mundo todos. No es un mundo de bienestar el de ellos, no el rico y pobre que conocemos, mejor todos pobres y desventurados bajo su égida dictatorial, se dicen en su desidia.
Quienes hoy moran en el desarrollo, tuvieron un largo y difícil camino, no mendigando o esperando mejor suerte, salieron a buscarla desde mucho ha. Debieran aprender, si es posible, a no tropezar con piedras que ya ellos quitaron de su camino, pero eso, está por ver.

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