Tengo la corazonada, que en breve, un banco de arena en Miami será convertido en una especie de rareza; mezcla de cultura, sitio esnob y curiosidad turística.
Entre las cosas de admirar en la gran nación del norte, se encuentra el que siempre alguna autoridad consiente en ablandarse ante el pedido de los ciudadanos, claro, con reglas u ordenadamente, lógica que guía la democracia y la libertad y quien sabe si a menudo, veremos algun otro perfomance de esa naturaleza, que tene una veta romántica llamativa para todos, sobre todo cubanos, quienes tenemos una relación estrecha con el mar.
Cuando he leído el titular, primero pensé, como cualquier cubano, alguien ha cometido el increíble y audaz acto de abandonar la isla de la dictadura cabalgando un piano de cola; no es irracional la idea, si se conoce que hasta en una pequeña tabla de surfing, está entre los medios usados para escapar del infierno en que han convertido a la isla la familia Castro; la lista es variopinta, incluye desde automóviles hasta camiones, debidamente preparados para la peligrosa travesía en busca de libertad por el estrecho que separa Cuba de EEUU.
Si el piano apareceiese en Cuba, otro sería el cantar; el autor por ejemplo, pudiera ser acusado de delitos contra la seguridad del estado o por la ley mordaza; enfrentaría penas de hasta 30 años, no a muerte, la actualidad mundial, que pone su ojo en cualquier lugar de este planeta, provocó las justas protestas como consecuencia del atroz fusilamiento de tres cubanos que intentaron secuestrar una embarcación, los que no provocaron ningún mal mayor o pérdida de vidas y fueron fusilados por orden del dictador, como escarmiento futil, como se ve por la cantidad de sucesos que sobrevinieron al fusilamiento, previniendo hasta cierto punto la repetición de los desafueros dictatoriales.
En un país, donde las vacas han sido por decreto santificadas, puesto que aquel que matare un cuadrúpedo podría ser condenado hasta a 30 años de prisión, nada inverosímil puede acaecer, como escapar sobre un piano de cola, por ejemplo.
Entre las cosas de admirar en la gran nación del norte, se encuentra el que siempre alguna autoridad consiente en ablandarse ante el pedido de los ciudadanos, claro, con reglas u ordenadamente, lógica que guía la democracia y la libertad y quien sabe si a menudo, veremos algun otro perfomance de esa naturaleza, que tene una veta romántica llamativa para todos, sobre todo cubanos, quienes tenemos una relación estrecha con el mar.
Cuando he leído el titular, primero pensé, como cualquier cubano, alguien ha cometido el increíble y audaz acto de abandonar la isla de la dictadura cabalgando un piano de cola; no es irracional la idea, si se conoce que hasta en una pequeña tabla de surfing, está entre los medios usados para escapar del infierno en que han convertido a la isla la familia Castro; la lista es variopinta, incluye desde automóviles hasta camiones, debidamente preparados para la peligrosa travesía en busca de libertad por el estrecho que separa Cuba de EEUU.
Si el piano apareceiese en Cuba, otro sería el cantar; el autor por ejemplo, pudiera ser acusado de delitos contra la seguridad del estado o por la ley mordaza; enfrentaría penas de hasta 30 años, no a muerte, la actualidad mundial, que pone su ojo en cualquier lugar de este planeta, provocó las justas protestas como consecuencia del atroz fusilamiento de tres cubanos que intentaron secuestrar una embarcación, los que no provocaron ningún mal mayor o pérdida de vidas y fueron fusilados por orden del dictador, como escarmiento futil, como se ve por la cantidad de sucesos que sobrevinieron al fusilamiento, previniendo hasta cierto punto la repetición de los desafueros dictatoriales.
En un país, donde las vacas han sido por decreto santificadas, puesto que aquel que matare un cuadrúpedo podría ser condenado hasta a 30 años de prisión, nada inverosímil puede acaecer, como escapar sobre un piano de cola, por ejemplo.